5 situaciones habituales en las familias de las personas con Trastorno de la Conducta Alimentaria (TCA). .

 

1º Preguntarse: ¿Qué hemos hecho mal?

Esta pregunta es el Trendic Topic de las consultas de Psicología. Y la respuesta es NADA. No habéis hecho mal nada. La mayoría de los padres y madres tienen mas de un/a hijo/a y no siempre desarrollan TCAs. Esto es una enfermedad, no se enseña, se desarrolla y se padece. PERO eso sí, desde el momento que pisáis la consulta de vuestro terapeuta empieza vuestra responsabilidad. Toca seguir las pautas que os den tal y como os las indiquen.

 

2ª ¿Conversar con la enfermedad?

Bueno, en realidad entráis a conversar creyendo que lo hacéis con vuestro/a hijo/a, como siempre. De hecho le veis razonar perfectamente en otros ámbitos de su vida (aunque no siempre los gestione bien)…., pero se os olvida que cuando hablamos de la enfermedad, las personas que la sufren están “secuestradas” por el trastorno. No razonan “como siempre”, razonan mediadas por el miedo, por la ansiedad, por la obsesión que les genera la enfermedad.  Sin daros cuenta de que cuando dialogáis para intentar que “entren en razón”, o para ayudarles a comprender lo que les ocurre (que viene siendo lo que trabajamos en la terapia, no lo olvidéis), en realidad lo que estamos es colaborando en que NO desconecten de esos pensamientos, de la enfermedad. Y sin embargo lo que necesitan precisamente es pensar, hablar, distraerse con otros temas que no sean la enfermedad, para reducir su nivel de obsesividad y ansiedad. De la enfermedad se habla con su terapeuta. Lo cual no significa que no podáis escuchar un desahogo, abrazarlas ante un bajón anímico, darles consuelo…, apoyarles, en definitiva. Que la familia sea el refugio emocional para el/la paciente.

 

3º Negociar.

A veces los/as pacientes tienen pautas, por ejemplo, una pauta sobre horario de estudio o sobre la comida, o cualquier otra cuestión, que a la “enfermedad” no le hace mucha gracia, e intenta presionar y coaccionar a la paciente para que se salte la pauta o al menos modificarla, y si es necesario vuestro consentimiento pues intentará negociar. Una característica común en las pacientes de TCAs es que son muy inteligentes, y, no lo dudéis, si entráis a negociar os ganarán por convencimiento o agotamiento, y no estará ganando el/la paciente, sino, en muchas ocasiones, la enfermedad. Las pautas indicadas por su terapeuta SOLO se modifican con su terapeuta.

 

4º Dar feedback o retroalimentación

Cualquiera que conozca un poco que son los TCAs han oído hablar de la distorsión de la imagen corporal. Y es un síntoma muy potente que es el culpable en muchas ocasiones del mantenimiento y desarrollo de la enfermedad. Eliminarlo es complicado, pero se trabaja en consulta. La cuestión es que en muchas ocasiones los/las pacientes se sienten inseguros/as con su cuerpo. Van a pensar que han engordado, y van a buscar en vosotros/as confirmación, ¿Cómo? Pues o bien directamente preguntando: ¿estoy más gordo/a, verdad?, o si eso ya no cuela porque es demasiado directo, serán preguntas más sutiles diciendo ¿crees que este pantalón me queda bien? ¿me lo noto más ajustado?… Cualquier respuesta que des, será mala ¿Por qué?, pues porque si le dices “si, has engordado”, tendrá una crisis (dependiendo del estadio de evolución, claro), si les dices “no que va, estas igual” pensaran “claro, que me vas a decir tu”….. Solo buscan confirmar sus temores, y digas lo que digas lo harás, sin querer lógicamente. Tienen PÁNICO a engordar, están convencidas que no lo necesitan, y aun las que saben que, SI lo necesitan, sienten PAVOR irracional solo al pensarlo. El tema “peso”, “aspecto”, “volúmenes” se trabaja con su terapeuta.

 

5º Dejaros arrastrar por la enfermedad.

Esta enfermedad es dura, durísima, tanto para quien la sufre como para quien convive con ella. Nos desconcierta, apabulla, desestabiliza emocionalmente, nos genera ansiedad sin padecerla. Ver como nuestro ser querido pierde peso, fuerzas, vida, sin ser consciente del riesgo, o ver como no puede controlar la ingesta recurriendo a purgas…, es terrible. Pero es aun mas terrible si convertimos a la enfermedad en el centro de nuestra vida. La familia necesita salir, divertirse, sonreír, para que después podáis trasmitir ese bienestar y compartirlo con vuestro/a familiar enfermo/a. Hay que reírse, cuanto mas mejor, incluso de la propia enfermedad. Por que el bienestar, el humor, calma la ansiedad, baja el nivel de estrés, mejora la calidad de vida y las relaciones interpersonales. Jugad a juegos de mesa, poneros películas de humor, compartir un puzzle, haced cosas que asociemos a relajación y bienestar juntos, si, cuando se pueda, que no siempre será posible, pero no dejéis de intentarlo, no dejéis de sonreír siempre que podáis.

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